De vuelta

Hola a todos/as:

De nuevo vuelvo a escribir después de más de dos meses sin hacerlo en este espacio. Las vacaciones se acabaron y después de una semana de vuelta a las ocupaciones cotidianas os cuento mis primeras impresiones, que puedo decir que son buenas, pues lo que más me alegra es saber que a pesar de mi ausencia las cosas siguieron su curso normal y la gente no dejó de celebrar ni de encontrarse con Dios, que al fin y al cabo es lo que interesa.

Volver y ser bien recibido siempre es motivo de alegría, que la gente te acoja le hace a uno sentirse en casa, entre los suyos, pues aunque no me unan lazos de sangre, me une la fe y el común objetivo de, a partir de la propuesta del Evangelio, construir un mundo mejor para todos.

Llegué y participé del triduo de la fiesta de una comunidad de la ciudad, me gusta hacerlo siempre que puedo, para mostrar apoyo a quienes sostienen cada día la vida de las comunidades con su presencia y trabajo. El sábado celebramos juntos la fiesta, fue un momento de alegría, de sentir la presencia de ese Dios que nos acompaña, que siempre está ahí. 

El domingo fue día de elecciones y en consecuencia las actividades pararon. Dilma ganó y fue reelegida para los próximos cuatro años. En mi opinión, entre las dos posibilidades que había es la menos mala y la que hará posible que la riqueza siga siendo mejor distribuida, aunque reconozco que a su lado hay mucho sin vergüenza.

El lunes me pasé el día en una asamblea de los profesores del municipio y el alcalde, intentando mediar, pues desde hace tres semanas están de huelga. Después de mucha negociación no se consiguió nada, pues hay gente que piensa que negociar es que el otro acepte lo que tú piensas y así no se consigue nada.

De martes a jueves, como toda última semana de cada mes, me reuní con las comunidades en diferentes lugares, pues es más fácil para que la gente pueda participar. Me puse al día de lo que había hecho en estos dos últimos meses y la verdad es que quedé feliz de ver que las comunidades no paran y como siempre digo que todo mundo es importante, pero nadie es imprescindible. El único que no puede faltar es Dios...

El martes, dado que Erivaldo esta semana está en la parroquia que llevamos a medias, fui a celebrar la fiesta de San Judas Tadeo en una comunidad de Itaetê, en la comunidad de Doña Nay y Leigiane, la niña que se mató en un accidente en agosto cuando volvía de una reunión de la parroquia. Fue un momento de muchas emociones y de ver cómo esta gente hace cosas impresionantes, que muestran que los esfuerzos que uno pueda hacer siempre serán pocos.

Hoy por la mañana, aprovechando que tengo visita de España, he ido a disfrutar de unas cascadas que normalmente están secas, pero como ha llovido bien en estos días he tenido suerte de poder verlas de nuevo con agua. La Chapada Diamantina con agua se vuelve un lugar impresionante. Por la tarde ha habido tiempo de celebrar en una comunidad de la zona rural y visitar a un enfermo, alguien que siempre está en la comunidad, a pesar de haber sobrepasado los noventa.

La misión es así, siempre nuevos desafíos... Espero que las pilar recargadas en los últimos dos meses aguanten para seguir adelante.

Un abrazo.

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