Cuando una lata de mejillones a uno le parece un manjar
Hola a todos/as: Cuando uno vive lejos de aquello que algunos se empeñan en llamar “civilización” aprende a disfrutar con lo poco que tiene, a dar valor a las pequeñas cosas y a saborear aquello que nos traslada a otros momentos y lugares. Hoy, después de volver de la misa en una comunidad, decidí abrir una lata de mejillones, de esas que uno trae cuando se deja caer por la Madre Patria. Eso me llevaba a pensar en las veces que decimos que hay cosas sin las que uno no puede vivir, una lista que a veces hacemos interminable y que en la medida en que no somos capaces de satisfacer nos convertimos en personas infelices, pues pensamos que “no tenemos aquello que da sentido a nuestra vida”. Dice esto alguien que todavía tiene sus pequeños lujos, que disfruta de cosas que la mayoría de quienes hoy son mis vecinos o mis feligreses no tienen, que vive con más que la mayoría de los que están más próximos, aunque no pueda comer una lata de mejillones todos los días. Esta sem