Sin nada para resgistrar en el Anuario Pontificio
Esta semana ha salido el Anuario
Pontificio, que recoge los números de la Iglesia Católica. Eso me lleva a pensar una vez más que las
estadísticas no siempre responden a la realidad, pues muchas veces
son manipuladas, y además de eso, cuando hablamos de religión, y
todavía más de evangelización, un número no muestra cómo de
hecho se está llevando a cabo el trabajo pastoral.
Recuerdo que cuando salían las
estadísticas de los seminaristas, el número era tan desfasado que
muchos nos preguntábamos donde estaban o quienes eran los que
aparecían de más. Pero siempre uno queda bien presumiendo de números, sean del tipo que sean,
también en la Iglesia, que dice guiarse por criterios espirituales y
no mundanos.
La verdad es que cuando paso la semana
en Cucuí parece que el tiempo se va volando y que al final de la
semana uno no ha hecho mucha cosa, que no tengo nada para colocar en el
Anuario. Los días van pasando y aparentemente no hubo muchos
avances, pero cuando uno para y piensa se da cuenta que los
resultados de la misión no siempre llegan de inmediato, que es
necesario ir dando pequeños pasos y que los números son para los
matemáticos y no para Dios, que está más feliz con la oveja
perdida que con las noventa y nueve del redil.
Uno percibe las cosas cuando aquello
que hacemos en el día a día es observado por aquellos que no forman
parte de nuestro cotidiano, gente que llega y viendo por primera vez
lo que haces descubre la novedad del Evangelio en esas pequeñas
cosas que uno va haciendo. A pesar de no haber bautizado a nadie, ni
casado, ni dado la Primera Comunión, ni aumentado los números.
Hace tiempo hice opción por los
pequeños, por las cosas pequeñas, por los que no cuentan y eso
supone caminar más despacio, experimentar los pequeños avances como
grandes logros y saber que nada va a ser fácil. Hacer opción por
los crucificados es estar al lado de quienes no cuentan, estar
dispuesto a llegar hasta la última estación, aunque algunos días
uno se quede sólo en el vagón.
Ayer también leía un artículo
escrito recientemente por Eduardo Hoornaert, en el que reflexiona
sobre lo que significa Iglesia en salida. Llego a la conslusión de
que esa Iglesia en salida tampoco aparece en el Anuario, pues no
busca números y sí personas, no corre atrás de convertir a nadie y
sí de hacerse presente, no se instala dentro de los muros eclesiales
y sí vive a la intemperie, donde a veces uno es acogido, pero donde
también hay días en que hay que dormir al raso y con hambre, pues
no se consiguieron los resultados que algunos esperaban.
Hoy hemos comenzado la Semana Santa con
la celebrción del Domingo de Ramos. En Cucuí somos Iglesia de pocos
números. Lo que no podemos dejar de ser es Iglesia que da testimonio
de Aquel a quien queremos acompoñar en el Camino de la Cruz. Es
fácil mezclarse entre la multitud, gritar vivas al que viene en
nombre del Señor, aunque sea en un jumento, pero eso también nos
puede llevar a formar parte de los que poco después gritan que lo
crucifiquen. Cosas humanas...
No dejemos pasar la oportunidad de
acompañar a quienes hoy van camino del Calvario, a quienes la vida
se les ha convertido en un calvario. Muchos le dejaron sólo y muchos
continuamos dejándoles solos...
La vida se trata de mirar, de ver lo que hay a nuestros alrededor, de agradecer a Dios por la puesta de sol que nos regala y descubrir que sólo por eso ya vale la pena el día, de entender que los números, como la palabras, se los lleva el viento.
Un abrazo
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