Un hombre de Dios

Hola a todos/as:

Desde la última vez que escribí alguna cosa por aquí han pasado muchas cosas, pero por encima de todo destaco la asamblea parroquial y el viaje a São Felix do Araguaia, para visitar a Pedro Casaldáliga, el obispo español que vive allí desde 1968 y que, en consecuencia de sus actitudes, siempre fue perseguido por los poderosos.


Reconozco que el viaje fue una paliza, pues supuso ir hasta Salvador, después avión hasta Brasilia y 24 horas de autobús hasta llegar allí. No dudo en reconocer cómo ha valido la pena, pues conocer gente así nos ayuda a entender que vale la pena luchar por aquello en lo que creemos, aunque eso ponga nuestra vida en riesgo. Al final, creemos en alguien que, en consecuencia de sus actitudes, murió crucificado.


La historia de Pedro es la de una tierra y una gente, la de la lucha por una vida mejor para aquellos que la sociedad siempre ha querido colocar al margen, aprovechándose de ellos sin ningún rubor. En su caso los indios, los pequeños agricultores y los peones de haciendas que la vista no alcanza a ver donde acaban. Su historia es la de aquellos que lucharon con él y que también fueron perseguidos.

Me impresionó visitar el Santuario de los Mártires, en el lugar donde un jesuita fue asesinado por un policía en cuanto, junto con Casaldáliga, reclamaban porque dos mujeres estaban siendo torturadas en el calabozo de la ciudad. Allí son recordados muchos hombres y mujeres que han dado la vida en América Latina, muchas veces por defender a quien nadie defendía.

En la Asamblea de la Parroquia evaluamos lo que fue hecho durante este año. Lo importante es descubrir cómo las comunidades han crecido durante este tempo y la gente ha ganado en autonomía. Este tiempo en que he caminado con las comunidades de Piritiba me han ayudado a conocer una nueva realidad. Ahora, queda encerrar el trabajo para comenzar una nueva misión entre los indígenas.

Un abrazo.



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