Gente sin entrañas

Hola a todos/as:
Desde la última entrada ocurrieron muchas cosas, algunas que me dejaron triste y otras que me llenan de esperanza. El sábado 07 murió el alcalde de Itaetê de repente. El hecho en sí es algo que sucede, todavía más si tenemos en cuenta que tenía 76 años y dolencias cardíacas. Lo que resulta inadmisible es la reacción de la oposición, que hicieron fiesta en este momento tan doloroso para la familia y para mucha gente de Itaetê. Es inadmisible hasta dónde ha llegado la especie humana, cómo los intereses personales nos llevan a no respetar a nadie y a jugar con las cosas que nos marcan tan profundamente como es la muerte de una persona. No voy a entrar en juicios políticos sobre él, pero de lo que no tengo duda es que era buena persona y que no se las daba de nada, muy al contrario, pues la simplicidad era una característica bien marcada en él. Esa gentuza de la oposición ocupó el ayuntamiento el lunes por la mañana y silbó y se rió en la cara de su hija que un día antes había enterrado a su padre. Delante de estas cosas uno se siente con vergüenza de formar parte de la especie humana, pues los animales nunca harían esto con uno de su propia especie. Son gente sin entrañas, de la peor calaña, sin ningún tipo de sentimiento de compasión ante el sufrimiento del prójimo. Tanto Erivaldo como yo nos hicimos presentes en el velorio y entierro y manifestamos en varias ocasiones nuestra solidaridad ante esta pérdida inesperada.
Además de esto acabo de llegar de la misión diocesana, que desde el lunes hasta hoy hemos realizado en la parroquia de Ruy Barbosa. Mas de 130 misioneros, padres, religiosos y religiosas, laicos y laicas llegados de las diferentes comunidades de la diócesis y de otros lugares de este gran Brasil, nos distribuimos en todas las comunidades de la parroquia para hacer visitas a las familias, celebraciones, reuniones con las comunidades... Fue sin duda un tiempo de gracia y una oportunidad para comprobar una vez más que la gente tiene sed de Dios y quieren encontrarse con Él. El desafío está en cómo ayudar a esas personas para poder vivir su fe en las comunidades.
A mi me tocó hacer misión en una comunidad de la zona rural, una sierra donde las familias viven en casas esparcidas por la montaña, de difícil acceso, sin agua corriente, energía eléctrica y todo lo que se deriva de la falta de esto, gente pobre, pero de corazón grande, acogedores, que dan lo que tienen y más. Además de esta comunidad celebré la eucaristía en otras comunidades de la región donde no había ningún sacerdote entre los misioneros. Fue una experiencia gratificante ver como me acogían en sus casas, cómo se alegraban con la visita del misionero y a través de él del propio Dios que nos envía. Hoy daba testimonio de todo eso en la celebración final de acción de gracias en la catedral de Ruy Barbosa que me tocó presidir ante la falta de nuestro obispo, convaleciente en Bélgica después de una operación. Sin duda fue un motivo de alegría este tiempo de misión y un motivo a más para continuar llevando a Dios a tanta gente que está con sed de Él.
Frente al egoísmo de unos, que quieren el poder a toda costa sin respetar a nadie, la generosidad de otros, que dejan sus casas, familias y trabajos para anunciar la Buena Nueva de Jesucristo. Vale la pena dejar todo para seguirlo, cada día estoy más convencido. Siento la fuerza de Dios que me lleva a denunciar las injusticias, a ser voz de quien no tiene voz y dar testimonio de eso con mi vida y mis palabras. Dios cuenta con cada uno de nosotros. Si crees en Él, no tengas miedo de anunciarlo a todo mundo.
Otro motivo de alegría, sin duda, es que Erivaldo cumple hoy 27 años y celebrar la vida es lo mejor que nos puede suceder.
Un abrazo.



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