De nuevo entre aquellos a quienes Dios me ha enviado


Hola a todos/as:


Cuando uno llega a la misión tiene la sensación de haber vuelto a casa, al lugar donde Dios le ha colocado para estar al lado de su Pueblo, de su gente, de aquellos que para muchos no cuentan, que son olvidados, despreciados, explotados.

Después de tres meses he vuelto a casa. Lo hago con muchas reflexiones en la cabeza, a partir de las experiencias vividas en este tiempo: el encuentro sobre catequesis indígena antes de viajar, el tiempo pasado en España, el encontrarme con la familia, los amigos, la Semana de Misionología en Burgos, la realidad eclesial española, cada vez más diferente de lo que vivo en el día a día, visitar por primera vez al arzobispo de Madrid, el Encuentro Latinoamericano de las CEBs en Paraguay... Son situaciones que le llevan a uno a pensar.

La vuelta, después de un largo viaje, es momento para re-comenzar. Lo hago cargado de ilusión, que se renueva viendo a esta gente, que te recibe como a alguien a quien esperan y se sienten felices al ver que has regresado. La alegría de los niños en cuanto me vieron aparecer, la Iglesia llena, la liturgia bien preparada, en la misa del domingo, los muchos jóvenes y niños que ayer martes estaban en la misa de la noche... Todo esto supone un desafío a darme cada día más. Sólo así podré ser presencia de ese Dios que me ha traído hasta aquí.

Sé que hay mucha gente que está pendiente de mí, que reza y se preocupa para que todo vaya bien. Sin duda, eso es lo que hace que todo avance y que poco a poco se haga realidad aquello que Dios espera.

Un abrazo
   

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