Ayuda y serás ayudado

A imagem pode conter: 1 pessoa, sorrindoHola a todos/as:

Los viajes hacen que uno pierda el hilo de lo cotidiano, todavía más cuando uno vive en un lugar donde participar de un evento de tres días supone un viaje de más de diez. Después de la última vez que escribí, fui a Brasilia a asesorar un encuentro de la Red un Grito por la Vida, organización de la vida religiosa en Brasil que combate la Trata de Personas y que este año está cumpliendo diez años de vida y misión.

El trabajo que esta gente lleva a cabo en todas las regiones de Brasil resulta admirable, pues no tienen miedo de hacerse presentes y acompañar la vida de aquellos a quienes la sociedad explota vilmente. Uno escucha relatos de experiencias en las que la mano de Dios se hace presente a través de esta gente y que nos llevan a descubrir el verdadero sentido de lo que significa y supone nuestro bautismo.

De camino a Brasilia, en Manaos, viví una experiencia que me puso de manifiesto que la vida es mucho mejor cuando estamos dispuestos a ayudar al otro. Estaba con dolores en oído (esas son las consecuencias de bañarse en el río cuando uno pasa varios días en las comunidades) y fui al otorrino, donde me consiguió lugar un hermano Marista que después me acompañó a la consulta.

Una médica joven que nos atendió preguntó que donde vivía y hablando vio que era misionero. Cuando llegó la hora de pagar dijo que no me iba a cobrar. Al preguntarla, finalmente dijo que quería ayudarme porque a ella también la gustaría que alguien ayudase a su hermano, que es capuchino.

El hermano Marista preguntó quien era su hermano. Para sorpresa de todos, ese hermano de la médica había sufrido hace unos años una grave enfermedad y necesitaba realizar una prueba sin la cual era casi imposible sobrevivir y para la que era muy difícil conseguir un lugar. En ese momento, el hermano Marista le dijo a la médica que su hermano ya había sido ayudado por él, pues a pedido del provincial de los capuchinos, había conseguido que le hiciesen la prueba en un hospital de los maristas. Con lágrimas en los ojos la médica le agradeció que hubiese salvado la vida de su hermano.

Creo que no existen las casualidades, sino situaciones a través de las cuales Dios nos muestra como debemos actuar en la vida del día a día. La ayuda, solidaridad, amor para con los otros, debe ser una actitud básica en la vida de todo ser humano, especialmente en quien se dice cristiano.

Una vez más Dios me ha dado esta lección, que en aquel momento me emocionó y que continúa haciéndome pensar, todavía más teniendo en cuenta la sociedad en la que vivimos, donde la mayoría sólo piensa, o pensamos, en sí mismo. Reconozco que vivo de la ayuda de mucha gente y que sin esa ayuda no sería posible estar donde estoy y hacer lo que hago. Cada día le agradezco a Dios por la inmensa generosidad que demuestra tener conmigo y por sentir esa mano que me protege y me cuida.

Todo esto me dice que tengo que ayudar, pues esa actitud va a hacer posible que otras personas puedan descubrir que Dios se está haciendo presente en su vida.


Un abrazo

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