Recuperando el ritmo

Hola de nuevo:

La verdad es que el ritmo ha sido un poco frenético en esta primera semana. En las cinco primeras noches en Brasil dormí en cuatro sitios diferentes. He vuelto a ver a los líderes de la mayoría de las comunidades y también hemos tenido un par de reuniones en la diócesis.

A pesar de tanto trajín es gratificante recibir el cariño de la gente, que se alegra por estar de nuevo entre ellos (supongo que habrá alguno que no le hará mucha gracia que haya vuelto, pues saben que hay cosas que acepto). Seguimos con la elaboración de la nuevas orientaciones diocesanas de pastoral y esperamos que en la asamblea de noviembre ya esten listas y que puedan ayudar a las comunidades para que el trabajo evangelizador sea cada día más fructífero. También me he encontrado con la sorpresa de que al lado de Itaetê parece que han encontrado oro y hierro y quiere hacer una mina de consecuencias nefastas, pues al hecho de que habría gente que tendría que salir de sus casas y de sus tierras con indemnizaciones injustas, si es que las llega a haber, las consecuencias ambientales serían muy negativas para la región. En el estado de Bahía el punto fuerte del Plan de Aceleración del Crecimiento del gobierno es la minería y la verdad es que en muchos lugares ya están haciendo verdaderos estragos. Ayer tuvimos una reunión en la comunidad que a ser más afectada con el equipo diocesano de la Comisión Pastoral de la Tierra. Vamos a ver en que para la cosa, pero no tiene muy buena pinta la cosa... Un nuevo frente de lucha...

El medio ambiente debe ser una preocupación cada vez mayor. Aquí hace varios meses que no llueve y todo está demasiado seco, lo que provoca serias consecuencias: falta de água para los animales y las personas, incendios. La situación es tan grave que en el rio Paraguaçú (el más importante de los rios bahianos) ya casi no corre el agua. Ayer pude pasar el rio en el coche, pues la balsa que sirve de transporte de un lado a otro ya tiene dificultad para pasar por la falta de agua. En la foto se puede ver como se pasa normalmente y que el rio no es pequeño.

El sábado por la tarde en la eucariatía pude comprobar una vez más como el evangelio se hace realidad entre esta gente. Ver como un señor (uno de esos sabios que a veces nos encontramos aunque no sepan casi leer) agradecía a Dios por la recuperación de su mujer que dos meses atrás había tenido un derrame y había quedado bastante afectada (de hecho la mujer participó con nosotros de la celebración...). La historia de Naaman o del leproso samaritano que curado vuelve a agradecer a Jesus por la curación. Son esas pequeñas cosas las que alimentan nuestra vida de fé y nos ayudan a confiar cada día más en el Dios de la vida.

Un abrazo para todos/as.

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