La misión como motor de mi vida




Hola a todos/as:

Al acabar el día del DOMUND escribo aquello que me h
a acompañado durante la última semana. La verdad es que días como este sirven para reflexionar un poco más sobre  la misión que en los últimos seis años acompaña mi vida. En este año de la fe, los lemas del  DOMUND, tanto en España como en Brasil hacen referencia al tema de la fe. Misioneros de la fe en el caso de España y Partilha (comparte) tu fe en el caso de Brasil. Puedo decir una vez más que es la fe el motivo que me lleva a estar aquí, el deseo de compartir esa fe y ayudar a la gente a descubrir que vale la pena confiar en un Dios que nunca nos abandona. Anunciar el Evangelio es una tarea complicada, pero en la medida en que tenemos fe, las dificultades se superan con más facilidad. En eso estamos y es por eso que continuamos caminando día a día.
La verdad es que la semana ha estado cargada de actividades. De hecho no ha habido ningún día de descanso. El lunes nos reunimos la Coordinación Diocesana de Pastoral para intentar poner al día lo que forma parte de la vida pastoral de la diócesis y sobre todo preparar la Asamblea Diocesana del próximo mes. Un día de reunión cansa al más pintado y uno vuelve para casa con muchas cosas en la cabeza, pues al fin y al cabo no es fácil que las cosas anden por el camino cierto. El martes era día de misa en la Escuela Agrícola, pero la falta de memoria hizo que diese el viaje en balde. Por la noche continuamos con la formación bíblica con las comunidades de Andaraí, después del parón político-vacacional. El miércoles fue día de hacer cuentas y poner al día la economía y celebrar misa en dos comunidades por la tarde y por la noche para después volver para Itaetê, pues el jueves a primera hora teníamos una reunión para pensar juntos en como organizarse ante la difícil situación que se avecina como consecuencia del resultado de las elecciones. Los tiempos se presentan complicados y los primeros síntomas ya están apareciendo. Dios pille confesado a todo mundo. Por la tarde misa de nuevo. El viernes nos fuimos a Ruy Barbosa de nuevo para hablar con el obispo e intentar ver como organizarnos en el futuro. A la vuelta, de camino una misa y por la noche otra misa con boda, una boda diferente, de lo más simple y con ello de lo más entrañable.
El sábado por la mañana reunión con los responsables del bautismo de las comunidades de Itaetê y por la tarde coche para Andaraí donde tenía dos misas para celebrar. Hoy han sido tres.
Al final ser misionero es esto, anunciar, compartir, acompañar la vida de unas comunidades que quieren crecer cada día más y ser testigos de un modo de vivir en el que es mejor servir que ser servido, en el que vale la pena dar la vida en rescate por todos, en el que nos conduce a la felicidad identificarnos con el modo de vivir de Jesús de Nazaret, aquel que siendo el primero se coloca el último, lo que provoca la admiración de casi todos y el deseo de ser discípulos en unos pocos. Esperemos que cada día puedan ser unos pocos más. Es por eso que la misión continua y vale la pena gastar la vida por ella.
Un abrazo

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