De nuevo, vivo en la carretera

Hola a todos/as:

Algunos pensaréis que el hecho de cumplir años me había quitado las ganas de escribir, pero no es cierto y por eso, esta vez con un poco de atraso, os cuento mis andanzas. Como dice el título, vivo de nuevo en la carretera, pues ayer, junto con Erivaldo, asumimos una nueva parroquia, Piritiba, esta vez un poco lejos, a 190  kilómetros de Andarai. Cada uno de nosotros vendrá una semana por mes para intentar acompañar a las comunidades de aquí, que por diferentes circunstancias han pasado por momentos de serias dificultades en los últimos tiempos.

Alguno puede preguntarse el por qué de venir tan lejos. Hay varias respuestas, la primera la falta de sacerdotes y después esas circunstancias especiales que llevaron al obispo a pensar que seríamos los más apropiados para llevar a cabo esta nueva misión. La acogida de ayer mostró síntomas de esperanza a pesar de las dificultades existentes. Hoy visitamos algunas comunidades de la zona rural y percibimos cómo esta gente acoge a los otros, dando lo que muchas veces no tienen y haciéndonos percibir que vale la pena el esfuerzo, sin duda alguna.

Los otros días los pasé en Andaraí, celebrando y acompañando la vida de las comunidades y el sábado tuvimos la Asamblea Diocesana de las CEBs, donde compartimos con quien no fue el tiempo de gracia que fue el 13º Intereclesial y vimos como podemos caminar este año. El sábado también fue distribuida una nota de repudio contra la alcaldesa de Itaetê, donde estuve durante más de seis años, que me llamó nazi, demagogo, padrezucho, oportunista..., entre otras cosas. Fue elaborada por el Consejo Pastoral de la Parroquia, lo cual agradezco, pues es una prueba de que la gente no está dispuesta a continuar aguantando los atropellos de alguien que en teoría representa a un municipio y que valoran el trabajo que hice con ellos. Han salido otras notas de denuncia y apoyo en estos días, a diferentes niveles. Que nadie se preocupe más de la cuenta, pues esto pasa por aquí y cuando son denunciados los atropellos que estos sujetos realiza con los pobres, llenando los bolsos sin ningún tipo de vergüenza, corre este riesgo. 

Al final, todo esto vale mucho la pena, uno no se cansa de dar la vida en el día a día y Dios da cada día más fe para poder asumir que la entrega de la vida es una necesidad para quien quiere ser discípulo. Quien lea esto que rece para que el mundo pueda ser diferente, el Reino pueda ser una realidad y no nos dejemos amedrantar por aquellos que se creen dueños del mundo.

Un abrazo.

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