Tiempo lleno... de María

Hola a todos/as:

Todo final de mes nos lleva a tener la sensación de que el tiempo pasa deprisa, volando... El año ya está dando sus últimos coletazos, de hecho ya hemos comenzado un nuevo año litúrgico y el camino que nos lleva a preparar la Navidad se ha iniciado.

Pero ese tiempo está lleno de cosas, de actividades, de personas, que nos completan y nos llevan a tener la sensación de aprovechar la vida. Desde la última vez que di noticias por aquí ha pasado más de una semana. En estos días completé mi semana mensual en Piritiba y el domingo volví para Andaraí, viendo en el camino como las lluvias abundantes habían transformado el paisaje y alegrado la vida de una gente siempre necesitada de agua. Volví cansado después de una semana de trabajo intenso, pero satisfecho de ver como las cosas van avanzando poco a poco y las personas van descubriendo toda la grandeza que encierran dentro de si y que muchas veces fue sofocada por quien pretende disimular sus limitaciones a través de actitudes que no tienen nada que ver con quien quiere ayudar a los otros a encontrarse con Dios.

Llegando a Andarai me encontré a las comunidades de la ciudad celebrando la fiesta de la comunidad de Nuestra Señora de las Gracias. Aunque las comunidades caminen normalmente cada una por su cuenta, existe la buena costumbre de juntarse en los momentos de fiesta. Hoy hemos encerrado la fiesta con la misa y la procesión, mostrando una vez más esa alegría contagiante que tiene esta gente con la que vivo mi día a día. Entre una cosa y otra comimos juntos y disfrutamos de más alegría. Ayer por la noche, dentro de las cosas que se organizan con motivo de esta fiesta, tuvimos el show por la paz, que ya completó quince ediciones.

El lunes estuve en Itaetê, celebrando una de las noches de la novena y reencontrándome con la gente a la que acompañé durante seis años. De martes a jueves, como toda última semana de cada mes tuve reuniones con las comunidades. Estuvimos preparando la Novena de Navidad y viendo como podemos organizarnos ahora que las monjas han cerrado la comunidad que tenían aquí. Siempre he intentado hacer ver a la gente que quien da continuidad son ellos y que nosotros estamos de paso y debemos adaptarnos a aquello que viene de antes y que va a seguir después.

La misma fiesta de la comunidad de la ciudad también es celebrada en una comunidad de la zona rural, un campamento de gente sin tierra que viven en condiciones infrahumanas (y esto ya hace más de ocho años) esperando que el gobierno apruebe la reforma agraria en ese lugar. A pesar de las dificultades fue emocionante ver cómo habían preparado la fiesta. Siempre digo que estoy aquí para acompañar especialmente a aquellos que son olvidados por la mayoría, para ser señal de esperanza entre ellos.

Ese es el tiempo que va pasando, en el que vamos encontrando el sentido a nuestra existencia y descubriendo la presencia de ese Dios que siempre nos acompaña y se nos hace presente en aquellos con quien nos cruzamos en nuestro ir y venir...

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