Los frutos siempre llegan

Hola a todos/as:

Las cosas que más nos satisfacen son aquellas que son fruto del trabajo. Parece que nos sentimos más satisfechos que cuando las cosas caen del cielo. Poco a poco uno va viendo que el trabajo va dando frutos y eso lleva a ver el futuro con esperanza porque poco a poco se va avanzando en autonomía, que es el gran desafío.

Esta semana vi esos en dos momentos, la primera comunión de once jóvenes y adultos en una comunidad de la zona rural, tradicionalmente abandonados tanto por el poder público como por la propia Iglesia. La escuela, que es donde la comunidad se reúne para celebrar, en cuanto se acaba de construir la capilla, para lo que ya falta poco, es un lugar donde encerrar animales sería motivo de denuncia, imaginemos niños pequeños... 

A pesar de esa situación, que no es exclusiva de esta escuela, el domingo, que era el aniversario de la ciudad, tuve que escuchar cómo en el desfile de las escuelas públicas, la secretaria de educación cacareaba el orgullo que sentía de la educación pública en el municipio, a lo que reaccioné en la misa que hubo después, para disgusto de aquellos que van para la Iglesia olvidándose de dónde y cómo vive la gente. Quien calla consiente y quien habla se enfrenta con los que siempre mamaron...

En esa comunidad, la presencia de la Iglesia sólo comenzó hace unos tres años y, a partir de ahí, se han ido dando pasos, de los cuales uno ha sido esta celebración. Fue una cosa simple, sin trajes ni fiestas, pero con sentido y viendo la alegría de quien había esperado tanto tiempo a que llegase este momento. Un paso de un camino que continúa...

El otro momento fue la clausura del mes de la Biblia con las comunidades de la ciudad. que fue ayer, 30 de septiembre. Tuvimos una procesión por la calle con diferentes paradas, en las que se iban presentando los frutos de los círculos bíblicos que se han realizado a lo largo del mes en las familias, en los que se ha estudiado el Evangelio de Juan, que hacía una llamada a dar más frutos. No esperaba tanta gente, ni tantos frutos, lo que es prueba de que los encuentros fueron provechosos. Lo mejor, la presencia de gente que habitualmente no viene a la Iglesia, pues fue indicado que esos encuentros fuesen en las casas de familias que no participan de las comunidades, como instrumento misionero. El camino es ese, poco a poco, uno a uno, persona a persona.

La misión es eso, anunciar, plantar y esperar que un día lleguen los frutos. Quien marca el tiempo es Dios. Una misión que parece que se va a abrir a otros horizontes, otras tierras, aguas, gentes. La Iglesia envía a continuar anunciando, plantando, llevando la vida que viene de Dios. Al fin y al cabo, como dice el lema del mes misionero de este año, aquí en brasil, Misión es servir. Pues ala, allá que vamos, a servir, aunque sea para poco.

Un abrazo

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