¿Cómo acompañar a quienes en otros lugares no están en la Iglesia?

Hola a todos/as:

Los días van pasando en estas nuevas tierras y poco a poco aumentan las experiencias, lo que ayuda a sumergirse en una realidad tan diferente como ésta que estoy viviendo desde el mes pasado. El primer gran desafío es acostumbrarse a un ritmo diferente, en el que no siempre las cosas dependen de uno mismo, pues las distancias, los constantes y rápidos cambios de clima y otros muchos factores influyen en la vida del día a día.

Desde el domingo ya estoy sólo, pues el padre Bruno, misionero italiano de la diócesis de Trento, que me acompañó en los primeros días, se ha ido a su nueva misión en Bolivia. Estar sólo y tan lejos no siempre es fácil, pero uno entiende que lo que exige la misión en este momento es eso. Soy consciente de que actualmente somos pocos sacerdotes en la diócesis y mi situación se repite en otras parroquias, donde también hay misioneros que están sin compañeros.

La semana pasada, todavía con la compañía del padre Bruno, visité dos comunidades, una de fácil acceso, a media hora de lancha, y otra donde el acceso era más complicado y resultó toda una aventura el hecho de llegar, caminar en medio de la selva, viaje en una pequeña canoa por un pequeño río lleno de troncos, lluvia abundante… Es la forma de llegar a quien está lejos, a aquellos que, en palabras del Papa Francisco, viven en las periferias, a ser esa Iglesia en salida que se hace presente entre aquellos que para la mayoría no cuentan.

Me sorprende la gran cantidad de gente que participa de las misas, aquí en Parí Cachoeira, donde está la sede de la Parroquia y en las comunidades. Continuamente me pregunto cómo llegar a tantos niños, adolescentes y jóvenes que participan de las misas y de la vida de la parroquia. Esta semana, en las misas de diario había una media de 90 personas y al menos 75 era gente con menos de 20 años, eso teniendo en cuenta que aquí no viven más de 600 personas. Para mí ese es uno de los grandes desafíos, acompañar a una comunidad joven y que sería la envidia de muchos lugares donde los más jóvenes se han convertido en un elemento exótico.

También fue interesante participar ayer de una reunión de la comunidad local con el General de la 2ª Brigada de Infantería de Selva. Aquí en Parí Cachoeira hay uno de los siete Pelotones Especiales de Frontera presentes en la región. En su discurso mostró su disposición de ayudar a la población local en algunos aspectos que podrían mejorar la vida cotidiana de la gente. Para sacar dinero o hacer cualquier gestión para hacer o renovar los documentos personales hay que viajar varios días hasta São Gabriel da Cachoeira. Al coste elevado se unen las condiciones en las que los indígenas viven en la ciudad, muchas veces precarias, y la cantidad de bebida alcohólica que ingieren, lo que es uno de los grandes problemas, pues el alcohol está acabando con la vida de mucha gente. Sería un gran adelanto que hubiese un cajero en el Pelotón de Frontera o que periódicamente la gente pudiese realizar las gestiones sobre los documentos.

No menos interesante fue conocer y conversar en estos días con el pastor de la Iglesia Presbiteriana, Marcelo Carvalho, quien vive en São Gabriel da Cachoeira desde hace varios años y que ha trabajado mucho para mejorar la vida de los hupdas y hupdeis de la región y que son las etnias que están en el escalón social más bajo. El ecumenismo se consigue a partir del contacto personal que nos lleva a descubrir las señales de Dios que están presentes en los otros y a superar prejuicios que de hecho no responden a la realidad.


Como podéis ver no son pocos los desafíos. Soy consciente que resolverlos no es fácil, ni instantáneo, pero desde la fe uno no puede perder la esperanza en que vale la pena plantar y esperar que lo que fue, es y será plantado, un día de frutos.

Un abrazo

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