Correr para servir


Hola a todos/as:

Las ganas de servir no siempre forman parte de la vida de la gente. Por eso sorprende que haya gente que tiene esas cosas en la cabeza. Cuando son niños los que actúan de esa forma eso nos ayuda a reflexionar sobre cómo con el paso de los años nos volvemos más egoístas y dejamos de hacer las cosas gratuitamente.

Esto que acabo de decir ha venido a mi cabeza viendo lo que pasa con los monaguillos y las ganas que tienen de servir al altar. Eso hace que exista una sana disputa entre unos y otros por llegar los primeros a la Iglesia, consiguiendo que en las misas diarias ellos constituyan un buen grupo entre los presentes. Reconozco que son un poco trastos, pero no podemos olvidar que son niños y que su presencia continua constituye una prueba de que la comunidad de Parí Cachoeira puede, si cuidamos de estos y otros niños, tener futuro.

Esta semana fue momento de Asamblea de los Indígenas de la región, que en un número de más de trescientos han representado a las más de 65 comunidades de la región. Ellos forman parte de la COITUA, Coordinación de Organizaciones Indígenas del Tiquié, Uaupés y Afluentes. Aquí todo gira en torno a los ríos, que constituyen la principal e incluso única vía de comunicación en la región. Han estado debatiendo sobre los desafíos y perspectivas del Movimiento Indígena y han elegido sus representantes en la entidad mayor que les representa, que es la FOIRN, Federación de Organizaciones Indígenas del Río Negro.

En una región en que más del 90% de la población es indígena falta una mayor organización en las bases, que haga que tengan representantes en los poderes públicos, casi siempre en manos de los pocos blancos que viven en estas tierras. También es necesario perpetuar las tradiciones, tarea que no es fácil, pues los jóvenes no ven eso como una necesidad y eso puede tener como consecuencia que poco a poco se vaya perdiendo lo que constituye la identidad indígena.

Además de eso, el domingo y el lunes participé de las fiestas de San Antonio en dos comunidades y siguiendo su fama de casamentero tuvimos cuatro bodas, además de bautizos y primeras comuniones, todo en una misa, lo que puede extrañar a algunos, pero que se entiende cuando la presencia sacerdotal en las comunidades se reduce a dos o tres veces por año, debido las distancias, número de comunidades y alto coste de los desplazamientos.

La misión nos lleva a pensar en varias cosas, en cómo conjugar lo que uno trae de fuera con lo que encuentra por aquí, en cuidar del futuro de las comunidades a las que acompaña, en cómo ayudar a valorar lo que siempre estuvo presente en la vida de estos pueblos y que no puede ser perdido en nombre de una modernidad mal entendida. Son desafíos que van apareciendo y que nos sugieren preguntas a las que poco a poco debemos encontrar respuestas.

Un abrazo. 

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