¡Viva São João!

Hola de nuevo:



El mes de junio, especialmente los días de San Juan es momento de fiesta grande en el nordeste brasileño, especialmente en las ciudades del interior. La fiesta está presente en la calle y en las casas. Podríamos compararlo con lo que significan socialmente las fiestas natalinas en España. Mucha gente en la calle de fiesta, decoración típica en la ciudad, músicas y danzas propias de esta época, momento de encuentro familiar para comer y beber, petardos y más petardos... aunque en algunas cosas se van perdiendo las tradiciones. Hay gente a quien lo único que le interesa es pasarlo bien él y siempre de la misma forma, generalmente acabando con la tranquilidad de los otros (esto es un fenómeno universal, prueba clara de que la humanidad está "des-evolucionando" y haciéndonos cada día más semejantes a los animales). Debemos pensar sobre esto, pues la situación es cada vez más complicada y preocupante.

La semana pasó entre encuentros de formación, celebraciones y demás. No es fácil conseguir que la gente participe de los encuentros de formación. Como ya conté otras veces el trabajo pastoral durante mucho tiempo se limitó a celebrar sacramentos en momentos puntuales y no es fácil que la mayoría entre en la dinámica comunitaria. Pero sin duda es una parte importante, pues ayuda a la gente a enteder mejor lo que significa ser discípulo y saber dar razón de su esperanza como dice la Primera Carta de Pedro. Poco a poco se consiguen algunos frutos.

Tampoco es fácil concienciar a la gente sobre la necesidad de colaborar en el sustento de las comunidades. El sábado tuvimos encuentro con los responsables de esta pastoral del compartir. Quien siempre recibió todo gratis no entiende que ahora llegó la hora de dividir lo que tiene, que aunque sea poco, si todos compartimos es suficiente (nadie es tan pobre que no pueda compartir con los otros y nadie es tan rico que no precise de los otros).

Ayer celebrabamos la fiesta del Corpus Christi y eso me llevó a pensar en la visión que tenemos de la Eucaristía, no tanto como sacramento y si como rito que forma parte muchas veces de la rutina. La actitud pasiva de la mayoría en las celebraciones no nos ayuda a transmitir la dimensión festiva. En la Ultima Cena Jesucristo entrega su Cuerpo y su Sangre. ¿Estamos dispuestos a entregar nuestra vida, derramar hasta la última gota de sangre para que todos tengan más vida? Si no estamos dispuestos a entregarnos no estamos celebrando, sólo somos espectadores sin compromiso.

Un abrazo.

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