Resaca junina

Hola de nuevo:


Poco a poco van acabando las fiestas juninas y todo vuelve a la normalidad. Aquí cuando es tiempo de fiesta es difícil hacer otras cosas. Esta última semana fue tranquila, sin grandes novedades. El sábado, dado que era tiempo de fiesta, no hubo reunión, cosa extraña. Por la tarde y noche celebré en Andaraí, ciertamente con poca gente, pues la mayoría estaba acompañando la charanga que iba de casa en casa celebrando las fiestas juninas. Menos mal que unos pocos abandonaron temporalmente la fiesta (volvieron a incorporarse inmediatamente después de la misa) para celebrar juntos. Es lo que hay. Vivir el evangelio no es fácil y colocar Dios en primer lugar como nos decía el evangelio de este domingo decimotercero del tiempo común tampoco. Para nadie, tampoco para mi. No estoy queriendo decir que yo sea mejor que los que estaban en la fiesta.


Las misas acompañaron el decorrer del domingo y el lunes tuvimos reunión de la Coordinación Diocesana de Pastoral por la mañana y del Equipo de Formación del Seminario por la tarde. Me quedé dando vueltas a la cabeza después de lo que hablamos, de lo difícil que es hacer entender a la gente la dimensión comunitaria del cristianismo. Sin comunidad no hay seguimiento y no se consigue entrar en la dinámica del Evangelio. El consumismo sacramental invade la vida de la Iglesia en todos los lugares y la necesaria presencia del clero hace que las comunidades encuentren dificultades para caminar, pues son pocos los que creen que la celebración presidida por un laico/a (muchas veces con una preparación esmerada y una realización realmente evangelizadora) tenga la misma validez que la que es presidida por un consagrado/a. Son estas cuestiones las que hacen que el ser discípulo cada día encuentre más dificultades.


El martes tuvimos misas y bautizos (estos ahora son en gran parte trabajo del diácono Erivaldo). El coche tuvo que pasar por el taller (se estaba rajando el chasis de tantos baches por los que pasa) y fuimos en la moto que Erivaldo tiene prestada por un cura italiano hasta llegar el coche (el obispo le dio hace poco uno usado que se estropeo el primer día y se lo devolvimos). Como la misa era más lejos que los bautizos tuve que coger la moto para poder llegar (cosas de la misión). Hablando con él, comentábamos que en los bautizos nadie llega tarde, siempre hay mucha gente... Delante de esta realidad nos preguntamos cómo poder ayudar a estas personas a descubrir la importancia de caminar en comunidad.


El miércoles, día de San Pedro y San Pablo, fue la fiesta de la comunidad de San Pedro en la zona rural de Andaraí. La fiesta en esta comunidad es interesante. En los tres años que celebré la fiesta allí, la gente se junta desde por la mañana, todo mundo come juntos y por la tarde tenemos la misa. Es un ejemplo de que allí la comunidad va más allá de la dimensión religiosa. Por la noche celebré misa en un campamento de Sin Tierra. Fue muy interesante ver la construcción que ellos mismo hicieron para que la comunidad pueda reunirse. También su reacción cuando hablé de la necesidad de concienciarnos para colaborar en el sustento económico de las comunidades. En general, quien vive en los campamentos de Sin Tierra son de los más pobres y esta disposición para compartir por parte de quienes tienen menos es algo que emociona y anima para seguir adelante.


Esto es lo que pretendemos, continuar caminando y sembrando la Buena Noticia. Estoy convencido de que Dios ayuda cada día más para que su Reino se haga posible.


Un abrazo.

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