Ayuda al otro a crecer

Hola a todos/as:
Una de las cosas que me deja más satisfecho en el trabajo pastoral es el hecho de ver como las personas van creciendo y haciéndose protagonistas de su propia vida. Digo esto porque es lo que experimenté la semana pasada en las reuniones con las comunidades de Andaraí en los diferentes núcleos. Todo esto por diferentes motivos. El primero por el hecho de que todas las comunidades o participaron o justificaron su ausencia, el segundo porque delante de los problemas las personas reaccionan y son capaces de ver que las cosas pueden ser diferentes y el tercero porque la formación les lleva a entender que la Palabra de Dios nos habla sobre lo que está pasando en nuestro día a día y a entender realmente quien es ese Dios en el que creemos.
La semana pasada también fui a ver las cuentas públicas en el ayuntamiento de Itaetê y una vez más constaté que la corrupción sigue presente, que hay gente que se aprovecha de los otros a costa del dinero público, gobierne quien gobierne. Lo peor de todo es que nadie se preocupa con eso, critican pero nadie se sienta delante de las cuentas para constatar aquello que es una realidad, el desvío descarado de lo que debería ser usado en beneficio de todos. Intentamos formar a la gente para eso, pero es complicado, pues el miedo, el interés político o personal, el descaso y otros tantos motivos hacen que las cosas no cambien. Este año hay elecciones municipales y lo peor de todo es que en la mayoría de los casos es escoger entre los malos y los peores.
Del fin de semana quiero destacar el hecho de que siete adolescentes celebraron la Primera Comunión en una comunidad de Itaetê. Una de las cosas que menos me gustaba hacer en España era participar del teatro de las primeras comuniones, en muchos casos la última. Aquí las cosas son diferentes, sin ese mercadeo que envuelve a las primeras comuniones en España, donde lo religioso, en la mayoría de los casos es secundario y muchas veces ignorado. Nada de regalos, de grandes fiestas (un vaso de refresco y un trozo de tarta hecha por las madres en casa para todo mundo), de disfraces ridículos... Muchos pueden pensar que mi visión está errada, pero cada uno es libre de pensar lo que quiera. En estos casos   deberíamos dejarnos llevar por el Evangelio, que es lo que en teoría nos lleva a todos a participar de estas celebraciones.
Ayer tuvimos una nueva reunión del clero en Ruy Barbosa, intentando ponernos de acuerdo sobre como colocar en práctica las orientaciones pastorales sobre el bautismo. Uno de los pecados clericales es pensar que sabemos más que los otros y que lo que nosotros hacemos es lo único que vale. Por eso no es fácil llegar a posturas comunes, que es lo que ayuda a la Iglesia a ser más respetada por todos, pues cuando uno dice una cosa y otro lo contrario lo único que conseguimos es el descrédito de todos. Ya tenemos la semana de oración por la unidad de los cristianos, esperemos que no tengamos que llegar a la semana de oración por la unidad de los católicos...
Un abrazo.

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