Esperando por el nuevo "Jefe"

Hola a todos/as:
Esta semana tengo la sensación de que no hice grandes cosas, pero la verdad es que hacer bien lo cotidiano ya es lo suficientemente importante, pues es ahí donde hacemos la diferencia. El martes empezó la reforma de la casa parroquial y todo está un poco desordenado, pero era una cosa necesaria, que fui retrasando por pereza, pero que no podía dejar de ser hecha. Tengo la sensación de haber pasado demasiadas horas delante del ordenador, preparando cosas, asamblea diocesana de las comunidades, curso bíblico, foro de la ciudadanía... Es cansado y luce poco, pero es lo que hace que después las reuniones, cursos... puedan resultar interesantes y ayudar a las personas. Cada día estoy más convencido de la importancia de la formación de los laicos. Siempre digo y diré que el futuro de la Iglesia está en sus manos. En estos días en que los medios de comunicación están centrados en el morbo de la elección del nuevo Papa, sin negar la importancia de este momento, digo que no es la única cosa a tener en cuenta para que la Iglesia pueda seguir siendo testimonio, presencia de Jesucristo en los días de hoy. 
El martes tuvimos curso de biblia, bien participado, estudiamos el evangelio de Lucas, intentando ayudar a las personas a descubrir esa imagen de Dios misericordioso que nos ofrece este evangelista, e intentando quitar de la cabeza de la gente a ese Dios, vetero testamentario, que castiga. Es fácil decir que es Dios, cuándo en realidad son nuestras elecciones erróneas que nos llevan a auto-castigarnos.
El miércoles empezamos las clases de español. Por ser el primer día no hubo mucha gente (aquí las cosas van despacio en ese sentido), dicen que la próxima semana vendrá más gente. Los otros días fueron para celebrar en las comunidades, ir al médico y estar pendiente de la obra...
En fin, la vida es así y por eso intento, a través de aquí, hacer partícipe de mis andanzas a quien me lee. Quién sabe si la próxima vez que escriba ya tenemos Papa nuevo... Que el Espíritu Santo ilumine a aquellos a quienes la Iglesia confió esta misión.
Un abrazo.

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