Tiempo para hacer vida nuestra fé

Hola a todos/as:
A la espera de la celebración más importante del año, la Vigilia Pascual, os cuento mis últimas andanzas. La verdad es que la última semana ha sido un sin parar, pero ha estado llena de cosas buenas, sin duda. El viernes de la semana pasada celebré en una comunidad por la tarde. De noche tenía curso de fiscalización de las cuentas públicas, pero sólo vino una persona y fue suspendido. La verdad es que me quedé un poco cabreado, pero también digo que esas cosas son difíciles de ser asumidas por la gente, que no se preocupa si los políticos roban o no, es una cuestión cultural, que no será fácil de cambiar. Para calmar el espíritu, el sábado por la mañana tuvimos retiro con las comunidades. No fue grande la participación, pero quien vino salió contento, pues descubrir cómo Dios es misericordioso siempre nos consuela. Por la tarde misa en la comunidad y por la noche el coche no quiso ir, pues un amortiguador dijo que no quería trabajar más.
El domingo por la mañana fui a celebrar a Itaetê, pues Erivaldo todavía estaba convaleciente, aunque gracias a Dios ya está recuperado y ha retomado las actividades. Por la tarde celebré en una comunidad de la zona rural de Andaraí y por la noche en la ciudad, con una buena participación.
El lunes, dado que la noche del sábado para el domingo había llovido, fuimos a una cascadas, que sólo se forman cuando llueve para tirar unas fotos. La verdad es que fue una excursión bonita, en la que aproveché para cansar las piernas y descansar el espíritu, constatando una vez más las muchas y grandes bellezas naturales que existen en esta bendita tierra que es la Chapada Diamantina, ni siempre valorada y respetada por quien vive aquí.
Martes y miércoles fueron días de reunión en las comunidades. Hicimos una evaluación de cómo había sido trabajada la cuaresma, especialmente la Campaña de la Fraternidad, que este año nos llamaba a reflexionar sobre la Juventud. Constatamos una vez más las dificultades que encontramos para trabajar con los jóvenes, pero también que el empeño ni siempre es el necesario.
El jueves por la mañana fui a la misa crismal (ida y vuelta más de 500 kilómetros), donde por décimo quinta vez renové las promesa sacerdotales y me encontré con mis colegas sacerdotes, poniéndonos al día de los acontecimientos que la diócesis y la Iglesia están viviendo. Por la noche, ya en Andaraí celebramos la misa de la Cena del Señor, momento de gran simbolismo, especialmente el lava pies, donde uno se pregunta hasta dónde está dispuesto a servir.
El Viernes Santo celebramos los oficios a las 3 de la tarde y después el Vía Crucis, con una buena participación de jóvenes y adolescentes, que escenificaron las diferentes estaciones. Por la noche participé de una cosa tradicional en esta región, que es conocida como terno de las almas. Desde el miércoles de ceniza hasta el Viernes Santo, todos los lunes, miércoles y viernes se juntan para rezar por las almas. Se cubren con una sábana blancas y rezan en diferentes lugares da la ciudad, siguiendo una tradición secular, que es una viva expresión de la religiosidad popular.
Hoy estoy esperando para celebrar la fiesta de la Vida en la Vigilia Pascual, celebrar que el Señor Resucitó y está vivo entre nosotros. 
¡Feliz Pascua para todos y todas!





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