A la espera de la visita

Hola a todos/as:
Esperar visita siempre es cosa buena, pues a todos nos gusta encontrarnos con la gente a la que queremos. Mañana iré a Salvador a recoger a mi hermana Ana, que viene a pasar tres semanas por estas tierras y conocer dónde y cómo vivo. Además de eso, seguro que llegan cosas buenas de España, que, aunque aquí no pase hambre, ni mucho menos (sólo hay que ver la barriga que estoy echando) los sabores de la tierra son especiales, pues nos devuelven buenos recuerdos.
Desde la última entrada ha habido muchas cosas buenas. El viernes fui a llevar el coche al taller y de vuelta celebré por la noche en una comunidad de la zona rural. El sábado nuevo viaje, para participar de la reunión de la coordinación diocesana de las comunidades y a la vuelta nuevas misas en dos comunidades. Ya el domingo nos fuimos a la ordenación sacerdotal de Carlos, que el año pasado vivió conmigo. La verdad es que esos momentos animan la vida de la diócesis y de las comunidades. Ya son cinco nuevos padres en los últimos cinco años, un número significativo en nuestra diócesis dónde la gran mayoría eramos extranjeros siete años atrás cuando llegué aquí. A la vuelta tuve misa y por la noche hubo una fiesta aquí en Andaraí de esas que no entiendo muy bien, pero que junta gente que es una barbaridad. Transportan un tronco de árbol hasta la puerta de la Iglesia entre una multitud inmensa. Antiguamente tenía un sentido religioso, relacionado con la fiesta de Pentecostés, que hoy se ha perdido, convirtiéndose en momento de confusión. 
El lunes estuve por casa haciendo cosas y por la noche fui a la reunión de los concejales. Ayer, martes, fue la fiesta de la comunidad de San Jorge y celebré por la tarde. Así sólo sufrí veinticinco minutos y no noventa, aunque hoy se compensó un poco. Hoy he tenido reuniones de mes con las comunidades y he acabado el día con la clase de español.
Nada especial o todo especial, depende de cómo se mire y cómo vivamos cada día que Dios nos regala.
Un abrazo.

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