Siete años

Hola a todos/as:
Recuerdo como si fuese hoy el día que salí de España para comenzar esta aventura que todavía dura. Más o menos a esta hora, el 26 de septiembre de 2006, en el aeropuerto de Barajas, un grupo de amigos me despedía con pancartas, abrazos y deseos de buena suerte... 
En la Biblia el número siete es el número de la perfección, de la plenitud, de una cosa que está completa. Son muchas las experiencias por las que ya pasé en este tiempo y mucho lo que cambió mi forma de entender la vida, la Iglesia y al propio Dios. Descubrí una cultura diferente, una forma de ser donde se priorizan otras cosas y sobre todo disfruté muchas veces de lo que significa ser misionero en una Iglesia que vive su fe desde otra perspectiva y que es el motor que hoy continua moviendo mi vida. Sólo puedo agradecer a Dios por este tiempo y pedirle que continúe dándome fuerzas y fe en la necesidad de construir el Reino para continuar viviendo lo que vivo.
Centrándome en el presente he de decir que esta semana estoy con visita. Hace unos meses un madrileño, José Eugenio, amigo de Javier Pedraza, que ya fue misionero en Brasil, y Antonio Pintado, que ahora es el rector del seminario de Ruy Barbosa, me escribió para ver se le acogería unos días aquí en Andaraí y poder conocer la realidad de aquí. Él ya estuvo en otras dos ocasiones aquí en Bahía. Siempre digo que estas cosas ayudan a expandir la necesidad de vivir la misión como elemento que debe formar parte de la vida de todo bautizado.
Llegó el viernes y directamente, en cuanto bajó del autobús, me lo llevé a celebrar a una comunidad de la zona rural, una en la que hay que bajarse varias veces del coche para abrir y cerrar cancelas. Desde el primer momento tratamiento de choque (jajajaja). 
El fin de semana vino la coordinación diocesana de la Pastoral Familiar para tratar de impulsarla en las comunidades de Andaraí. El sábado durante el día me los llevé a bañarse en uno de los ríos, con varias cascadas, disfrutando del agua que ellos no tienen en el día a día, pues viven en una región más seca que aquí. Por la noche y el domingo por la mañana fue el encuentro con la gente y puedo decir con alegría que fue una cosa buena, pues ha surgido un grupo que parece que quieren hacer cosas interesantes. Por la tarde nos fuimos a celebrar en la zona rural y por la noche en una comunidad de la ciudad. Él comenta cómo es diferente la forma de celebrar con relación a lo que ve en España.
El lunes por la mañana estuve en el despacho parroquial y por la tarde le llevé a visitar el Pozo Encantado y fuimos junto con Erivaldo a celebrar en un asentamiento de sin tierra en Itaetê, que celebraba diecisiete años de ocupación de la tierra, donde después de la celebración pudo disfrutar de un concierto de "samba de roda", una cosa típica de Bahía, pero que poco a poco se va perdiendo, pues a los jóvenes les gustan otras cosas. El martes por la mañana reunión con un grupo de comunidades de la zona rural, por la tarde un paseo en el río y por la noche  reunión con las comunidades de la ciudad. Ayer de nuevo reuniones con dos grupos de comunidades de la zona rural, una por la mañana y otra por la tarde y entre una y otra visita al Pozo Azul. Por la noche clase de español... Acabé realmente cansado, pero contento de poder ayudar a la gente a crecer, a descubrir cosas nuevas y sentir cada día más la necesidad de caminar con Dios.
Por cierto, quien esté en la foto puede comprobar cómo pasa el tiempo... y nos vamos haciendo más maduros.
Gracias a todos los que hacen posible que pueda continuar realizando esta misión, con su oración, cercanía, ayuda económica... Podéis sentiros participes de una misión que es común, de la Iglesia, de Dios...
Un abrazo a todos/as.

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