Nueva misión

Hola a todos/as:

Cada semana tiene sus desafíos, sus noticias buenas, sus alegrías... Estos días no fueron diferentes y ha habido varias cosas que vale la pena contar, especialmente el fin de semana.El sábado tuvimos la asamblea parroquial y puedo decir que fue un momento de sentimientos encontrados. Creo que este momento de asamblea es el más importante en todo el año, pues en él discutimos cómo vamos a caminar y concretizar en nuestras comunidades aquello que la Iglesia, a través de la diócesis, nos pide. Fue un momento bueno, en el que aparecieron cosas interesantes, que si las llevamos a cabo van a ayudar mucho a sentir más próxima la presencia de Dios. Lo que no fue bueno fue la poca participación del núcleo de la ciudad, pues de cinco comunidades sólo aparecieron dos personas, lo cual es grave, pues son los que tienen más medios y facilidad para participar y dejaron de hacerlo por motivos que no considero lo suficientemente válidos. Al contrario, debo decir que me alegra el esfuerzo que mucha gente de la zona rural hizo, yendo de moto a pesar de que la lluvia dejó los caminos con dificultad para pasar. Esperemos que lo que fue decidido sea llevado a cabo.

El domingo por la mañana tuvimos la ordenación diaconal de un seminarista, lo cual es motivo de alegría para nuestra diócesis, tan escasa de clero nativo. Al final de la celebración el obispo anunció que el próximo año, junto con Erivaldo, de nuevo vamos a trabajar juntos, acompañaremos las comunidades de Piritiba. Los dos seguiremos en nuestras parroquias, pero una semana por mes cada uno iremos a esta parroquia. Está lejos de aquí, unos 200 km, 57 más para Erivaldo, pero es una necesidad delante de la situación de la diócesis y de esta parroquia en concreto y al final uno está para servir.

Por la noche volví a Lajedinho, la ciudad de la riada de la semana pasada, para presidir la celebración en la que rezamos por los fallecidos. Estaban presentes el párroco, otros dos curas y dos diáconos, uno permanente y el que se había ordenado por la mañana, de nuestra diócesis. No fue un momento fácil, pero creo que debemos ser mensajeros de Dios para la personas, especialmente para aquellos que más sufren, mostrándolos el consuelo que viene de Dios y que nos ayuda a mirar el futuro con esperanza, aunque nuestros ojos humanos nos lleven a ver todo oscuro. Ellos agradecieron todo lo que la Iglesia Católica está haciendo por la ciudad. La verdad es que las ayudas han sido muchas, hasta el punto de verse desbordados y pedir que de momento no se manden mas alimentos ni ropa. El gobierno federal y del estado también han hecho lo que les corresponde y esperamos que poco a poco las cosas puedan volver a ser un poco mejores para todos.

La lluvia sigue, abundante, los ríos están llenos de agua y eso ayuda después de tanto tiempo de sequía. La verdad es que yo no había visto llover tanto en tan poco tiempo como en estas últimas semanas. Esperemos que continúe siendo agua para alegrar la vida de la gente y nunca para traer más sufrimiento.

Un abrazo a todos/as.

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