Un momento histórico

Hola a todos/as:

El trabajo bien hecho, independientemente de los resultados, siempre debe dejarnos satisfechos. Cuando los resultados son buenos, la alegría es mayor. Desde la última entrada han pasado muchas cosas y la mayoría han sido motivo de satisfacción. Los últimos días fueron de mucho trabajo, pero al mismo tiempo mostraron la vida que uno encuentra cuando vive su fe en comunidad.

Fueron días de reuniones con las comunidades, de celebrar la fe y la vida, de ver la alegría de alguien que después de un tiempo de convivencia y ser casados en el juzgado, se casaban en la iglesia y bautizaban a su hija... Pero también fueron días para participar de un gran momento en la vida de la diócesis, la Romería de la Tierra y las Aguas, que tuvo lugar el día 24 en Itaetê. La gente trabajó mucho, pero el resultado fue espectacular, muchos lo califican de histórico, pues juntar diez mil personas en un lugar donde llegar es tan difícil, cosa que nadie ha conseguido nunca en esa ciudad, y que todos vuelvan para casa felices es, sin duda, una muestra de eso.

En esto tienen mucho que ver aquellos que coordinaron la Romería, pues mostraron su competencia y capacidad de trabajo, superando la muerte de las cuatro personas una semana antes. El homenaje a Leigiane, la adolescente de 13 años que era animadora de una comunidad y murió en el accidente fue el momento más emocionante y un reconocimiento de la diócesis a tantas animadoras y animadores de las comunidades que cada día dan la vida por el Evangelio.

El lunes 25 cogí el avión para España y hasta el viernes acompañé al obispo de Ruy Barbosa, Don André de Witte, que quiso visitar a los misioneros españoles que han trabajado en la diócesis en los últimos años. Ahora toca descansar un poco y recargar las baterías para continuar anunciando que vale la pena apostar por el Reino de Dios.

Un abrazo a todos/as.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuando una lata de mejillones a uno le parece un manjar

Gente que nos hace soñar con un mundo mejor

De la Ceca a la Meca