No usemos la religión para vivir mejor

Hola a todos/as:

A veces uno se despista y deja de dar noticias, lo que no es bueno, pues eso nos aleja de las personas. Podría dar mil disculpas para justificarlo, pero serían sólo eso, disculpas. La verdad es que mirar para atrás y recordar lo que ha habido en estas dos primeras semanas de julio, me lleva a ver como vamos entrando en una dinámica de repetición de cosas, sin analizar detenidamente las causas y las consecuencias.

Como sucede todo mes, ya he tenido los encuentros con quienes acompañan las comunidades en el día a día y que, mejor o peor, hacen posible que mucha gente se encuentre con Dios en los lugares en que viven. No es fácil hacer realidad una Iglesia toda ministerial cuando en la cabeza de muchos se ve a los laicos como parches ante la falta de curas o como meros empleados de quienes se sienten dueños de lo que sólo es de Dios, la Iglesia. Luchar contra esas ideas seculares resulta de lo más complicado y, porque no decirlo, frustrante, pues cuando piensas que has avanzado un poco, un choque de realidad te lleva a estadios más atrasados de lo que pensabas estar.

La semana pasada tuvo lugar la Misión Diocesana. No participé de ella, pero me dejó feliz el hecho de que dos jóvenes de la parroquia participasen y sintiesen esta dimensión como un elemento importante en la vivencia de la fe cristiana. El hecho de que una cosa esté marcada en el calendario no siempre es motivo suficiente para hacerse presente, pues para evangelizar es necesario estar en sintonía.

También la semana pasada murió la madre de Carlos Marçal, uno de los curas jóvenes de la diócesis. Ella vivía en Teofilandia, la ciudad de donde, según todo indicaba, iba a ser párroco en 2001 y que por diferentes motivos no se hizo realidad. Volver a esos lugares, que un día pudieron formar parte de nuestra vida, nos lleva a echar la vista atrás y ver cómo la realidad no siempre responde a los planes que uno tenía. El hombre propone, Dios dispone...

No quiero dejar de referirme al viaje del Papa Francisco a Latinoamérica y sobre todo a sus palabras, gestos y actitudes, a cómo, poco a poco, va ofreciendo una imagen diferente de la Iglesia, más humana, misericordiosa, que está al lado de los que no cuentan y  no quiere ser políticamente correcta y sí proféticamente evangélica. Aquellos que le critican hoy, son los mismos que crucificaron al loco de Nazaret, gente que usa la religión para vivir mejor, eligiendo el dios dinero y no el Dios encarnado en los pobres.

Un abrazo

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