Un viaje gratificante

Hola a todos/as:

El año llegó a la mitad y comenzamos el descenso hacia la segunda parte... Después de la fiesta popular de San Juan, a la que se unió la fiesta religiosa de una de las comunidades de la zona rural, el jueves 25 me fui a participar del Centenario de la Diócesis de Cajazeiras, de la que es obispo el misionero español José González Alonso, que llegó a Brasil hace casi 50 años. Por el hecho de ser el delgado de la OCSHA en Brasil sentí que estaría bien hacerme presente en este momento importante en la vida de don José y de su diócesis.

Recorrí más de 1.600 kilómetros entre ida y vuelta, pero valió la pena, pues fue un momento bonito, en el que una vez más vi la fe del pueblo nordestino, tan excluido muchas veces por el resto del país. Estaban presentes 20 obispos y una gran multitud de gente.

De camino pasé en Juazeiro do Norte, uno de los mayores lugares de peregrinación de Brasil. Lo curioso es que quien concentra esta multitud de gente es el Padre Cícero, excomulgado por la Iglesia, pero santo para la gente. Es la tercera vez que voy allí y uno se da cuenta de lo que este hombre significa en la vida de los pobres del Nordeste, que siempre tuvieron en él una referencia de la lucha contra el poder establecido. Aproveché para encontrarme con gente conocida, que me recibió de corazón abierto. Fui a visitar a la familia donde me había hospedado en el Intereclesial de 2014 y experimenté la alegría con que me recibieron, una alegría que he percibido pocas veces en mi vida y que me dejó gratamente sorprendido.

Por lo demás las cosas siguen caminando, no sé si al ritmo adecuado, pero no siempre es fácil hacer realidad aquello que uno sueña, sobre todo cuando no se sueña de la misma forma en que la mayoría lo hacen.

Un abrazo.

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