O cambias, o es mejor que no te quedes

Hola a todos/as:

Todavía estoy en el Curso sobre Realidad Amazónica en Manaos. Ya son casi tres semanas recibiendo información, que poco a poco debe ser procesada. En la lectura entre líneas que voy haciendo descubro que si no estoy dispuesto a cambiar, es mejor que no me quede. Muchos podrán preguntarse el por qué de esta afirmación tan drástica. Al fin y al cabo uno viene para enseñar a esta pobre gente... ¿Pero será que viene para enseñar o para aprender?

Hoy estuvo presente en el curso el arzobispo de Manaos, que anteriormente fue obispo de una diócesis del interior del estado, Tefé, y que es misionero en la Amazonia desde 1979. Él decía que para trabajar en el interior, que es mi caso, la relación con el espacio y el tiempo tiene que cambiar y que no podemos juzgar la realidad desde nuestras categorías. En ese sentido mucha gente se pregunta si vale la pena estar un mes dentro de un barco para visitar comunidades que en total no suman más de mil personas. La respuesta es que vale y mucho, pues evangelizar en la Amazonia es vivir con la gente, gastar el tiempo con poca gente, aprender a vivir con poca cosa... 

Para ser misionero en la Amazonia tiene que darse un proceso de inculturación que nos lleve a aprender la lengua de la gente, a luchar por las mismas causas que el pueblo lucha, a ser conscientes de que formamos parte de Iglesias pobres, con pocos recursos humanos y materiales. A vivir movidos por el diálogo que no nos lleve a querer imponer aquello que vivimos en otros lugares, en otro tiempo, a cultivar la gratuidad, el servicio que nace de una relación de fraternidad, de profunda amistad con unas gentes que van a estar presentes en nuestra vida del día a día, que nos lleve a ser testigos desde la simplicidad, desde los gestos, más que desde las palabras.

Si uno mira con los ojos humanos, rápidamente aparecen las ganas de hacer la maleta. Si uno aprender a contemplar la vida desde la confianza en Dios, el ánimo se multiplica y descubre que es Él quien envía y sustenta una misión que a cada día nos muestra cómo es fuente de alegría vivir para dejar traslucir a Aquel que habita dentro de cada uno.

Un abrazo.


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