Mi primera misa... en tukano

Hola a todos/as:

Hay momentos sobre los que uno sólo descubre su importancia con el paso del tiempo. Creo que las dos misas en lengua tukano que he celebrado esta semana pueden ser acontecimientos que, si perduran en el tiempo, pueden cambiar decisivamente la vida de las comunidades a las que acompaño.

La lengua tukano es la lengua dominante en esta región. Casi todo mundo, desde los más viejos a los más pequeños hablan esta lengua. Muchos no hablan y no entienden casi nada de portugués, por lo que su participación en las misas se reduce a ser meros espectadores de un rito en el que no comprenden ni lo que se está diciendo.

Se están dando los pasos necesarios para que esta misa en tukano sea aprobada por el Papa Francisco, para lo que contamos con la ayuda del Cardenal Claudio Hummes, uno de sus mejores amigos dentro del Colegio Cardenalicio. De hecho fue el quien, estando sentado a su lado en el cónclave en que fue elegido, le dijo que no se olvidase de los pobres, lo que provocó que escogiese el nombre de Francisco.

Fue sorprendente en la misa del viernes la atención con la que la gente celebraba, inclusive los niños. Sé que mi lectura de tukano todavía no es perfecta, ni mucho menos, pues el simple hecho de leer ya es complicado, y que aquello que hablo me permitiría poco más que saludar y pedir las cosas básicas, pero ver el resultado de estas primeras misas es un incentivo a más para continuar aprendiendo la lengua de la gente. Creo que es una necesidad y me atrevería a decir que una obligación como misionero hablar en la lengua cotidiana y, lo que todavía es más desafiante, celebrar en esa lengua.

Durante mucho tiempo se prohibió hablar a la gente su lengua, diciendo que todo lo que era propio del mundo indígena era cosa del demonio. Traer de vuelta todo eso no es fácil, pues se ha perdido. De hecho son pocos los que saben las oraciones básicas en tukano, pues las cosas de Dios debían ser dichas en latín o más tarde en portugués, que era la lengua de los “civilizados”. Evangelizar desde el lugar y con el pueblo al que se acompaña es un reto que no puede ser retrasado por más tiempo.

En una semana más de itinerancia en las comunidades, a pesar de la dificultad de ponerme malo con una fuerte diarrea, he podido descubrir la importancia de llegar a aquellos que pasan por mayores dificultades, que siempre fueron menos acompañados, ser señal de misericordia, de aquello que para la Iglesia, según nos dice el Papa Francisco en su reciente Carta Misericordia et Mísera, con la que encerraba el Año Extraordinario de la Misericordia, “constituye su propia existencia, que hace visible y palpable la verdad profunda del Evangelio”.

Me han acompañado las hermanas salesianas Rosy y Lin, la primera italiana, con cuarenta años de Amazonia a sus espaldas, la segunda vietnamita, llegada hace poco más de dos meses. Ellas hacen un trabajo de atención sanitaria en las comunidades, una necesidad real en una región cada vez más abandonada por los organismos públicos.

Creo que se está abriendo una nueva página. Ahora no podemos dejar de continuar escribiendo esta nueva historia, que se presenta apasionante... Esperemos que Dios nos dé fuerzas para que así sea y su Reino sea cada vez más visible entre los pueblos indígenas del Río Negro.


Un abrazo

Comentarios

  1. Desde España te acompañamos con oración y cariño para que esa fuerza que recibes la tengas siempre presente. Gracias por tu testimonio y por tu vida. Un abrazo. Patricia y familia.

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