No vivas con prisa en la Amazonia, déjate llevar por el ritmo de las aguas

Hola a todos/as:

Estar en la Amazonia te hace descubrir su inmensidad, sus distancias y como uno tiene que aprender a llevar la vida despacio, sin demasiado estrés, al ritmo de las aguas que plácidamente surcan sus ríos. Son las aguas que nos llevan de acá para allá, en medio de estas florestas milenares y paisajes deslumbrantes, que nos permiten contemplar la mano del Creador y su obra respetada de generación en generación, aunque poco a poco ese respeto se vaya perdiendo.

Lo he comprobado una vez más estos días, bajando y subiendo el Río Negro en un bongo, canoa de gran tamaño que es usada para transportar mercancías. Aprovechando que el dueño de un mercado iba a la ciudad fui con él. Es más lento, pero también más barato y uno aprovecha para hacer otras cosas en cuanto viaja, también hablar con la gente, conocer su forma de vida, sus historias.

Fui porque esta semana hemos tenido el retiro del clero en San Gabriel y el jueves por la noche la Misa de los Santos Óleos. Quien sabe de esas cosas litúrgicas y clericales se puede preguntar cómo es posible eso, si debe tener lugar en la mañana del Jueves Santo. La respuesta es clara, si no fuese ahora estaría el obispo y poco más, pues las distancias de las que he hablado antes provocan esas dificultades.

Esta semana es tiempo no sólo de oración, también de compartir la vida y los desafíos pastorales. Nos vemos poco, con algunos una vez por año, a veces ni eso y corremos el riesgo de aislarnos, personal y pastoralmente, de construir nuestra pequeña diócesis. La Evangelización de la Amazonia supone enfrentar retos, entre ello el de hacernos cada vez más presentes en las comunidades, muchas veces distantes y de difícil acceso.

Es algo que me viene una y otra vez a la cabeza, pues es gente que necesita ser oída, apoyada, acompañada. Si queremos responder a la llamada misionera, tenemos que hacernos presentes en esos lugares donde nadie va, ni quiere ir. Hacer un trabajo de acompañamiento y formación que les haga ser más autónomos.

En pleno siglo XXI mucha gente continúa siendo engañada y explotada en la Amazonia. Son situaciones sangrantes, contadas por la gente, que muchas veces se resigna a su suerte y se deja llevar por la corriente, pues nadar contra no siempre es fácil y el riesgo de ahogarse aumenta.

¿Qué hacer como misionero ante esas situaciones? Cómo sería bueno encontrar respuestas, pero éstas son válidas en la medida en que son fruto de un proceso, de un camino recorrido, siempre con los otros, pues cuando uno va sólo anda más rápido, pero cuando camina con los otros llega más lejos. El secreto y el valor de la comunidad es ese. Por eso los pueblos indígenas han llegado más lejos y han sobrevivido hasta hoy, porque siempre dieron valor a la comunidad.

Un abrazo



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