Una semana intensa

Hola a todos/as:

Parece que fue ayer cuando empezabamos este mes misionero y esto es una prueba más de que el tiempo pasa deprisa, volando, que se nos escapa como el agua entre las manos, pero que por el hecho de escaparse no deja de mojarnos y en el caso del tiempo de aportarnos muchas cosas gratificantes. Una vez más puedo decir con alegría que agradezco a Dios por darme la posibilidad de hacer lo que hago y vivir como vivo.

El viernes de la semana pasada fue un día más o menos normal, no así el sábado que estuvo cargado de trabajo. Me levanté a las 5:30 para irme a Ruy Barbosa a participar de la asamblea diocesana de la Pastoral del Dízimo. Me acompañó el señor Antonio, que coordina esta pastoral en su comunidad y conversando con él descubrí una vez más como las personas, desde la simplicidad, nos enseñan cómo vale la pena lo que como misionários intentamos hacer. Comentaba cómo está profundamente agradecido a la diócesis por lo que él tiene en todos los sentidos. Vive en el asentamiento de Sin Tierra y es consciente del gran apoyo que la Igelsia Católica les dio para conseguir gran parte de lo que hoy tienen. Después de participar hasta la hora de comer me volví para celebrar en dos comunidades de la zona rural de Andaraí. Volviendo para casa por la noche descubrí la fiesta de una comunidad para recaudar dinero para pintar la Iglesia. En realidad lo sabía, pero lo había olvidado. Lo que me gustó fue el hecho de que tomen conciencia de que deben hacer las cosas por sí mismos, pues hasta hace no mucho tiempo lo que hacían era esperar que llegase dinero de fuera o pedían que el alcalde, desviando dinero público, pintase la Iglesia. Cuando fui a dormir no necesité mucho esfuerzo...

El domingo empecé celebrando en Igatú, acompañado de Giácomo y Katia (los misioneros italianos) y sus hijos (Miguel y Fabio). Después comimos en casa de una familia, les dejé en Andaraí y me vine para celebrar de camino en una comunidad de Itaetê y por la noche en la ciudad. No hubo mucha gente, pues estaban participando de una fiesta organizada por el ex-alcalde (con lo que robó da para hacer muchas fiestas) y quiere volver para seguir robando (dicen que gastó más de ciento cincuenta mil euros, que está claro que va a recuperar si es elegido, cosa que es más que posible).

El lunes, a las 6 de la mañana, nos fuimos para Feira de Santana para participar de la reunión del clero en el Seminário y del acolitado de dos seminaristas. Fue un buen momento para intercambiar ideas e intentar ver como mejorar el día a día de la diócesis y de las comunidades. Puedo decir que en nuestras reuniones cada uno puede expresar su opinión, sin que eso provoque malestar. Acogimos a dos curas nuevos que van a trabajar en nuestra diócesis, entre ellos Miguel, de la diócesis de Guadalajara, que ya trabajó diecisiete años en la diócesis vecina de Jequié y después de dos años de estudio en Roma ha venido a trabajar en nuestra diócesis de Ruy Barbosa.

Dormimos en el seminario y por la mañana, después de aprovechar para comprar algunas cosas que sólo se encuentran en las grandes ciudades, volvimos para casa, con el tiempo justo para coger de nuevo el coche e ir para Andaraí a celebrar en dos comunidades, la segunda la comunidad que empezó el mes pasado y que creo que va a seguir por mucho tiempo.

El miércoles comenzó el día con reunión un grupo de comunidades para evaluar el año y así poder preparar la asamblea diocesana del próximo mes. Repetimos la dosis por la tarde con otro grupo de comunidades para después celebrar misa por la noche.

Ayer jueves, después de resolver algunas cosas en Andaraí me vine para Itaetê. Por la tarde celebré misa en la comunidade Iguape. Tuve que pasar en la balsa, pues el rio, aunque no ha llovido gran cosa por aquí cerca, está con bastante agua.

Hoy tuvimos fiesta de San Judas Tadeo, con procesión y misa como mandan los cánones. El calor en la procesión era de aupa, menos mal que no fue muy larga, porque la comunidad es pequeña, pues aquí en las procesiones hay que recorrer todo el pueblo... La misa fue más llevadera porque había hecho una cobertura con hojas de palmera en la calle.

En fin, como podéis ver no faltan ocupaciones. Eso es bueno, es señal de que la gente quiere encontrarse con Dios y al final el trabajo del misionero es ayudar a la gente a encontrarse con Aquel que tanto nos quiere.

Un abrazo.

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