Unos días con el mayor regalo de Dios: la Naturaleza

Hola a todos/as:
La Pascua me regaló unos días de encuentro con el Señor Resucitado a través de la Naturaleza, tiempo para agradecer a Dios por regalarnos en la creación cosas maravillosas y poder disfrutar del silencio interior y al mismo tiempo de los sonidos de la naturaleza.
El lunes antes de las siete cogí mi mochila y desde Andaraí me encaminé andando al Vale do Pati, un lugar de naturaleza privilegiada entre los municipios de Andaraí y Mucugê. En el camino me encontré con gente que volvía de pasar la Semana Santa allí y algunas personas que viven allí y venían para comprar sus cosas del día a día en Andaraí. Actualmente viven pocas familias en el valle y para comprar las cosas tienen que andar por los menos cuatro horas o ir montados en mula, en las que cargan todo lo que necesitan para ellos y para los turistas, que se hospedan en sus casas, siendo esta prácticamente la única fuente de ingresos. Yo me hospedé en la casa de un joven de 21 años que está viviendo allí en la casa de su abuelo, que está enfermo y tuvo que salir del valle para recuperarse, pues allí evidentemente nunca va un médico. Me trató estupendamente y me sentí muy bien acogido. En el mundo actual resulta extraño que un joven pueda vivir sin televisión, radio, ordenador, internet... Me resultó muy interesante poder hablar con él y escuchar lo que piensa de la vida. A las 9 ya estábamos durmiendo, pues además de ir desde Andaraí había ido a visitar una cascada y estaba muerto de cansado.
El martes a las 6 ya estaba en pie para un nuevo día de aventura, esperaban largas horas de camino en solitario por ese valle encantador y subir al pico desde el que tiré la foto. En el camino paré a coger agua y hablar un poco en una casa donde vive una familia con dos niños pequeños, tienen otro hijo que vive con los abuelos fuera del valle, pues allí no hay colegio, dado que hay muy pocos niños. Después continué el camino para subir al pico y disfrutar de unas vistas impresionantes de muchos kilómetros a la redonda. Bajando fui a darme un baño en una cascada y a la vuelta paré de nuevo en la casa que había parado por la mañana, pues empezó a llover de aúpa. De hecho tuve que caminar bajo la lluvia pues se estaba haciendo tarde, pero bueno, tan contento de haber disfrutado de una excursión formidable.
El miércoles vuelta para Andaraí, pero por un camino diferente, siguiendo el curso del río, con un poco más de agua de lo habitual, por la lluvia del día anterior, pero especialmente bonito. El exceso de agua retardó la vuelta, pero no me importó pues disfruté como un enano, saltando de piedra en piedra en un río encajonado entre paredones de roca altísimos. En la última parte del camino me encontré con dos jóvenes que venían de trabajar buscando diamantes y que recorren cada día 35 kilómetros a pie para ir a trabajar. En Andaraí mucha gente todavía vive buscando diamantes, lo que no siempre da mucho lucro, pero si mucho trabajo, pues tienen que mover a mano grandes cantidades de cascajo en los lechos de los ríos. Uno de ellos todavía iba para el colegio para estudiar, de siete a diez de la noche...
La verdad es que ni soy ni estoy hecho un chaval, pero conseguí aguantar y disfrutar de estos días en medio de un lugar paradisíaco. Espero que siga conservado así por muchos años y que mucha gente pueda disfrutar tanto como yo lo hice. En lugares así uno ve la mano de Dios y le agradece que nos de estas cosas. Al mismo tiempo poder hablar con la gente que uno se va encontrando y que no siempre tienen una vida fácil nos ayuda a pensar en lo que tenemos y sin duda a agradecerlo, pues disfrutamos de mucho más que aquello que merecemos.
Un abrazo.

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