Re-comenzar para un día poder llegar a dar frutos

Hola a todos/as:

Desde la última vez que escribí, la semana pasada, las cosas han cambiado mucho, tanto que ahora soy párroco de otra parroquia, Cucuí, comunidad situada en el Río Negro, en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Venezuela. A muchos les sorprenderá este acontecimiento, pues son pocos los que saben de los por qués, pero puedo decir que era la mejor solución a una situación que cada vez se hacía más difícil.

Creo que la misión del cristiano siempre debe tener una dimensión profética, que nos lleve a denunciar todo aquello que perjudica a los más pobres. En la sociedad indígena, como en todo tipo de organización, quienes por diferentes motivos ocupan los puestos más elevados tienden a aprovecharse de los que son menos. Elementos culturales y mitológicos favorecen ese tipo de situaciones, que se perpetúan en el tiempo, pasando de padres a hijos.

Desde que llegué a Parí Cachoeira vi que había cosas que resultaban intolerables y poco a poco comencé a posicionarme contra ellas. No es de recibo lo que pasa en el Colegio de la comunidad, donde hay gente que hace cosas que casi todo mundo repudia, pero nadie quiere ponerle el cascabel al gato. La escuela se ha convertido en un pequeño Reino de Taifas de un pequeño grupo de profesores que lo que menos les interesa es el futuro de los alumnos.

El primer elemento a tener en cuenta es que los días de clase son excepciones en medio de días y días sin que los alumnos completen su jornada lectiva. La legislación brasileña dice que deben tener doscientos días de clase, pero en este curso que acaba de ser concluido, no han llegado a cincuenta los días que los alumnos han tenido todas las horas de clase, lo que se traduce en un nivel de conocimientos que no llega a lo que se puede considerar elemental y que provoca que en los últimos años nadie haya aprobado la prueba que da la posibilidad de ingresar en la universidad. Trabajar en la conservación de la nueva escuela, inaugurada en 2015, pero que todavía no ha comenzado a funcionar, reuniones de “formación” del profesorado, días sin clase sin que nadie sepa los motivos, forman parte de la vida cotidiana de la escuela.

A la cabeza de este grupo se encuentra el Profesor José Protasio Prado Castro, antiguo director de la escuela durante largos años y concejal en su día en el Ayuntamiento de São Gabriel da Cachoeira. Además de esto se dice formar parte del clan superior de la etnia tukano y es dueño del único mercado de la comunidad. Todo esto provoca miedo en la mayoría de la gente, a quienes insulta y amenaza sin ningún reparo y a quienes no vende si se han enfrentado o discutido con él. El sujeto en cuestión llegó un día a encargar que le diesen una paliza a uno de los militares que están en Parí Cachoeira, motivo por el que fue preso y se le abrió un proceso judicial, nunca resuelto, pues la justicia brasileña es como es...

Fruto de mi enfrentamiento con él surgieron varias situaciones que poco a poco fueron provocando diferencias insalvables. Las tentativas de desacreditarme ante la comunidad se repetían constantemente, aunque eso supusiese un prejuicio grave para la gente, inclusive para los niños. Sirva como ejemplo que hizo llevar a cuestas varias toneladas de gravilla a los alumnos y sus padres durante cuatro o cinco kilómetros para no pedirme el tractor que la parroquia tiene y que siempre ha estado al servicio de la comunidad, haciendo transportes gratuitos para todo aquel que lo solicitaba.

El detonante de mi salida fue que fui víctima de graves insultos por su parte, ante las carcajadas de su mujer, la semana pasada. Mi reacción fue quedarme callado, pues a mi condición de sacerdote se une que soy extranjero. Otro tipo de reacción hubiese provocado consecuencias terribles, no sólo para mí, sino también para la Iglesia Católica, que me envió allí para evangelizar.

Ante esto le pedí al obispo, que ya conocía las dificultades por las que estaba pasando, que me dejase salir de la parroquia. Llegué a São Gabriel el domingo, aprovechando que ese día hubo un avión militar que fue a llevar mercancías al Pelotón de Frontera. Ese mismo día el obispo me ofreció ser párroco de Cucuí, que desde agosto estaba sin nadie y ayer miércoles he llegado a mi nuevo destino

. La postura del obispo me ayuda a entender que mi decisión fue acertada.

Por otro lado no soy el primero en sufrir este tipo de persecución por su parte. Son varios los párrocos que han salido de la parroquia por enfrentamientos con él, lo que hace que cada vez sea más difícil encontrar a alguien que quiera ir para allí.

Me voy con tristeza de Parí Cachoeira, sobre todo por la gente de las comunidades del interior, quienes siempre me acogieron y me ofrecieron lo mejor que tenían. Había empezado a celebrar misa en lengua tukano, lo que para mí era una experiencia fantástica, tenía en mente varios proyectos con estas comunidades, pero no siempre las cosas salen como uno espera. A veces la gente pierde... Lo importante es darle la vuelta al partido y poder aprender con este momento doloroso. Lo que no nos mata, nos hace más fuertes.

Ahora es una nueva realidad, una etnia diferente, con otra lengua, que tengo intención de aprender, con nuevos desafíos... La misión nunca es fácil, pero vale mucho la pena. Han sido muchos los momentos buenos que pasé en este año en Parí Cachoeira y espero que esos momentos continúen en esta frontera a la que Dios y la Iglesia me han enviado. Rezar por mí para que así sea.


Un abrazo

Comentarios

  1. Luis Miguel, cuenta con mis oraciones. Que el Niño Dios te bendiga y te dé aún más fuerza para seguir haciendo el Bien.
    Fuerte abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cuando una lata de mejillones a uno le parece un manjar

Gente que nos hace soñar con un mundo mejor

De la Ceca a la Meca