Soñemos, sólo así haremos realidad lo que está por venir
Hola a todos/as:
El futuro cambia en la medida en que
nos empeñamos para que así sea. Somos nosotros quienes vamos
construyendo lo que está por venir. Cuando esa construcción se
lleva a cabo en común la realidad se va haciendo más cercana a
todos. Pienso que uno de los fallos en los que caemos continuamente
como Iglesia es que todo es hecho siempre de nuevo y a partir de las
ideas de unos pocos.
Cuando uno llega a un lugar sueña con
todo lo que va a realizar, pero no se puede olvidar que al llegar
lo hace a un local que tiene una historia. Por eso es bueno escuchar,
dejar que la gente te vaya contando, compartiendo su vida, su
historia, todo lo vivido por la comunidad. Sólo escuchando,
observando, uno va conociendo y descubriendo por donde puede empezar
a caminar, a construir el futuro, pero siempre juntos, aunque caminar
juntos haga que, a veces, tengamos que ir más despacio.
Mis primeras impresiones de Cucuí son
buenas. Por lo que voy viendo, por aquí han pasado grandes
misioneros, gente que ha donado su vida a las gentes de estos ríos,
que han intentado llegar a quienes necesitan de la presencia de aquel
que es enviado en nombre del Señor. Por eso, quiero conocer todavía
más lo que ellos hicieron para poder ayudar a los pueblos indígenas
de la región a vivir su fe en comunidad.
Por eso de que el mundo es un pañuelo,
he sabido que durante ocho años trabajó aquí un sacerdote
colombiano que estuvo en mi ordenación sacerdotal. Él había
trabajado en otra región de Colombia donde, cuando eramos
seminaristas, habían ido durante un mes dos compañeros de mi curso.
Por ese motivo estuvo en nuestra ordenación y se hospedó en nuestra
casa el tiempo que pasó en Madrid. Lo mejor de todo es que la gente
habla de él con veneración por su forma de ser y el trabajo que
llevó a cabo en estos ríos de la frontera.
Me pregunto como se dibuja el futuro en
la frontera, como ayudar a estas gentes a ser más felices, cómo
descubrir con ellos el camino para que yo también pueda ser más
feliz entre ellos y me pueda sentir con las fuerzas suficientes para
anunciar la Buena Noticia del Reino. Estoy convencido de que Dios,
poco a poco, me va a ayudar a encontrar el modo, el camino, el canal a
seguir en un río en el que también hay piedras con las que uno se
puede chocar e irse para el fondo... Preguntas que deben, que van a
encontrar respuestas...
Todo poco a poco para el tiempo no nos
devore, para que él sea nuestro mejor aliado, nuestro compañero de
viaje, de tantos días que nos esperan por la frente y que nos van a
ayudar a convencernos de que Dios está entre nosotros, inclusive
cuando uno vive en el límite.
Un abrazo
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