El Espíritu de las Bienaventuranzas

Hoy, una vez más, escuchábamos el pasaje de las Bienaventuranzas y aunque sea realmente complicado entender esa forma de ver las cosas que Jesús nos propone, poco a poco nos encontramos con señales de que eso puede ser una realidad... Puede ser cierto que personas que no tienen casi nada, que realmente son pobres, son las personas más felices del mundo, puede ser cierto que en medio del sufrimiento, de las lágrimas, la vida sigue cargada de felicidad, puede ser cierto que vale la pena luchar por un mundo más justo, más humano, que vale la pena dar la vida por esa causa (el día 12 de febrero se cumplían cinco años de la muerte en la amazonia brasileña de la misionera norteamericana Dorothy Stang, que murió por defender a los que no tenían nada...).

El espíritu de las bienaventuranzas debería estar un poco más presente en nuestro mundo, pero son cosas ante las que mucha gente se ríe abiertamente y dice que eso es imposible creerlo. Puedo decir que es difícil, pero no es imposible y que hay personas que son felices, siendo como Jesús nos proponía hoy.

Aunque a veces uno tam
bién le da vueltas a la cabeza y se pregunta como pueden pasar las cosas que pasan en pleno siglo XXI... Esta semana, a la salida de la misa en una comunidad, me quedé con una mezcla de asombro e indignación ante la aparente indiferencia de una madre delante de su hija que es sorda y que podría recuperar una parte de la audición si se esforzase en buscar un tratamiento para ella. La misma sensación que tuve ayer en el encuentro de animadores de las comunidades sabiendo de la muerte de una mujer de treinta y pocos años, madre de dos adolescentes, que participaba de la comunidad y que murió por falta de atención médica. Son esas cosas que nos hacen ver que el espíritu de las bienaventuranzas a veces está cerca pero otras muchas veces nos queda demasiado lejos.

Buena semana.

Un abrazo.

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