Encuentro de la OCSHA en Argentina (II)

Hola de nuevo!



Seguimos de encuentro. Ayer, miércoles nos fuimos de excursión. Por la mañana al santuario de Nuestra Señora de Lujan, patrona de Argentina, donde cada año acuden unos cinco millones de peregrinos de todo el país y que pone de manifiesto la importancia de la religiosidad popular en estas tierras, no sólo en Argentina como en toda Hispanoamérica. Allí celebramos la Eucaristía y nos fuimos a conocer el delta del río Paraná, paseando en barco por los canales.



Por la tarde city tour en Buenos Aires..., una vista panorámica desde el autobús con parada en el barrio de la Boca para conocer el famoso caminito del tango. Una vez más tengo que decir que es un pedazo de Europa en Sudamérica, una ciudad realmente bonita y al mismo tiempo de contrastes, surgidos de los diferentes pueblos que en los dos últimos siglos poblaron estas tierras, sobre todo españoles e italianos.



Hoy, jueves, ha sido de nuevo día de silla, retiro y misa con el cardenal de Buenos Aires por la mañana y conferencias sobre los retos pastorales de la Iglesia en Argentina y en España por la tarde, para acabar por la noche con una fiesta en la que a los cantos populares se unió un poco de turrón que el bueno de Anastasio nos trajo de España.



Por encima de estas cosas comunes están las conversaciones particulares que uno tiene a lo largo de estos días, en las que intercambias experiencias con otros misioneros que realizan su misión en otros lugares, gente que llevan años y años (algunos más de 50) dando su vida por este pueblo latinoamericano. En este sentido fueron conmovedoras las gracias que el cardenal de Buenos Aires, como latinoamericano, nos daba al final de la misa, reconociendo la labor que a lo largo de medio siglo los misioneros de la OCSHA han venido realizando en estas tierras.



Mañana vuelta para casa y a continuar el trabajo, que se avecina intenso... Al fin y al cabo es para eso para lo que uno ha venido a estas tierras, para caminar con esta gente en la construcción del Reino. Cada día, a pesar de las miserias que uno tiene, estoy más convencido de que vale la pena gastar la vida para que todos tengan vida y la tengan en abundancia.



Un abrazo.