Por eso soy misionero

Hola a todos/as:

Todos los días por la mañana, de lunes a viernes, recibo el boletín de noticias de las Obras Misionales Pontificias de España y hoy una de las cuatro noticias que aparecen cada día, hablaba de la conferencia "La elocuencia de los misioneros", que Anastásio Gil pronunciaba en la 66 Semana Española de Misionología que ha sido realizada en Burgos en estos últimos días. De todas las cosas que aparecen en la noticia y que hacen referencia a lo que él decía me quedo con esta parte: “En el encuentro internacional misionero que organizaron las Obras Misionales Pontificias durante la JMJ del 2011 en Madrid”, recordaba el director nacional de OMP, “el misionero Christopher Hartley daba testimonio de su servicio como sacerdote atendiendo una comunidad de siete cristianos en Etiopía. Un joven le interpeló si estaba justificada toda su entrega para atender sólo a siete cristianos. ¿Por qué esta usted allí?, le interpeló. Porque si estoy yo, está Él. Respuesta seguida de un elocuente silencio entre los cientos de jóvenes presentes”.
Alguno podrá preguntarse porque me quedo con esta parte. Creo que las cosas no pasan porque sí y hoy fui a celebrar a una comunidad de la zona rural y después de hacer unos cien kilómetros, eramos siete en la misa... La misma pregunta que el joven le hizo al misionero estoy seguro de que muchos se la hacen. La verdad es que la respuesta que él dio también la hago mía. He pensado mucho en esta situación durante esta tarde... 
Para mi, una de las razones principales de mi ser misionero es hacerme presente en estos lugares, ayudar a estas pequeñas comunidades a encontrarse con Dios y descubrir la importancia que Él tiene en nuestras vidas, a celebrar los sacramentos. Son comunidades que se esfuerzan por vivir su fe, que superan muchas dificultades y que son testimonio en la vida de la gente. Pensaba en la acogida que una adolescente hizo, recogiendo el sentido de la misa, del mes de julio, en que se reflexiona sobre la pastoral del diezmo, en como habían preparado el ambiente de la celebración, escogido los cantos..., en la alegría que manifestaba porque podría participar en la próxima misa... 
Está más que justificada cualquier entrega que hago, pues sin duda soy el primer beneficiado, pues me ayuda a tener más fe, a continuar dando mi vida poco a poco por el Reino. No podemos caer en el peligro de los números, la misión es mucho más que eso. La misión es hacerle presente a Él, sobre todo entre aquellos a los que la mayoría ya ha olvidado.

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