Hay lugares donde la vida no vale nada

Hola a todos/as:
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A veces uno pasa por situaciones surrealistas que ponen de manifiesto el descaso frente a la vida y sufrimiento de la gente. Hoy estoy en Itaetê, vine ayer por la noche para acompañar el dolor de una familia que sufre a consecuencia de un sistema social y sanitario cada día más precario. El martes por la tarde una mujer fue al hospital de Itaetê con dolores de parto, estaba embarazada de seis meses, y el médico, en lugar de mandarla para un hospital con medios suficientes para resolver posibles problemas, la dejó internada aquí. Una cosa normal, pues casos similares son comunes. No es la primera vez que mueren recién nacidos y hasta la propia madre por falta de cuidado. La situación empeoró, como era previsible, y tuvo que ir corriendo para una ciudad mayor, a más de 300 kilómetros. En el camino el niño nació y murió dentro de la "ambulancia". ¿Por qué ese traslado no fue realizado en un primer momento, dando la posibilidad de que el niño naciese en un hospital con incubadora?
Pero ahí no acabó la falta de vergüenza. El cuerpo del niño quedó en una sala, sin refrigeración, durante casi 24 horas esperando a resolver la papelada y que fueran a buscarlo. Finalmente lo mandaron un coche que iba a traer otras personas enfermas. Llegó aquí a las 12:30 de la noche para ser enterrado inmediatamente en medio de la oscuridad. 
Llevamos la caja en mi coche... Fue una situación de esas que uno no se imagina que pueda pasar. Dicen que Brasil es la sexta economía del mundo, pero este tipo de situaciones ponen de manifiesto que la mayoría de ese dinero está en la mano de gente sin escrúpulos, que se aprovecha del sufrimiento ajeno para enriquecerse con lo que roban.
Aquí llegué del encuentro del clero que tuvimos en nuestro seminario diocesano, que está en Feira de Santana. Durante dos días, miércoles y jueves, nos reunimos para reflexionar sobre un documento que la Conferencia Episcopal está elaborando sobre la parroquia como comunidad de comunidades. Fue un momento interesante por el hecho de encontrarnos todos y reflexionar juntos sobre algo que va a marcar a la Iglesia brasileña en los próximos años.
El martes fue la abertura de la novena de Nuestra Señora de la Gloria, patrona de Andaraí, que se celebra el día 15. La lluvia hizo que la presencia de la gente fuese menor de lo esperado, pero este es sin duda un buen momento para reflexionar juntos sobre la fe y la familia, dado que en Brasil en estos días celebrando la Semana Nacional de la Familia.
El lunes fui a la reunión de los concejales, que en julio habían estado de vacaciones (oficialmente, porque de hecho son continuas), después de haber dio con la bici por la mañana por unos caminos más empinados que una pared, pero que me hicieron disfrutar de unas vistas increíbles. El fin de semana y el viernes fue tiempo de celebrar en las comunidades y también de despedir a la familia de misioneros italianos que estuvieron aquí durante dos años. Ellos vivían en otra ciudad, pero habíamos tenido contacto frecuente por la presencia de la otra familia de misioneros que estaban en Andaraí.
En fin, eso es lo más destacado de estos días. Esperemos que nunca perdamos las ganas de construir un mundo más justo para todos, que a poco a poco haga desaparecer el sufrimiento de la gente.
Un abrazo.

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